En la epoca en que comenzaba la iglesia adventista como organizacion los pastores y predicadores del evangelio pasaban grandes problemas economicos. Esto se debia a que el pago que recibian era algo completamente voluntario y al terminar de trabajar por todo un invierno en lugares lejanos recibian como pago azucar, ropa, comida, alojamiento, entre otros alimentos y algunos pocos dolares, lo que un pago vergonzosamente pequeño luego de haber durado hasta tres meses trabajando en un lugar.
Luego en 1858 la congregasion de Battle Creek formo un grupo bajo la direccion de John Andrews, para buscar en la Biblia cual era el plan de Dios para el sostenimiento del ministerio. A principios de 1859 se propuso un plan de donaciones sistematicas, este fue aprovado y promovido para que los demas adventistas lo implementaran, despues se sugirio que cada creyente separara una suma especifica cada primer dia. A esto se le llamo benevolencia sistematica y trajo una pregunta, a quien se le debia dar este dinero y que se haria con el.
Llegaron a la conclusion de que cada grupo nombraria un tesorero el cual debia mantener a mano 5 dolares para atender a los predicadores y el resto enviarlo a los grupos con carpas para los gastos de evangelizacion.
Asi fue tambien creciendo la predicacion del evangelio y aumentando el numero de creyentes.
Dios en su omnisciencia sabía cuáles serían las necesidades de sus obreros a fines del avance de la obra. Por eso, Él por medio de la plabra nos enseña como resolver situaciones difíciles. Aquí vemos como los pioneros tuvieron la buena idea de buscar “cual era el plan de Dios para el sostenieminto de su obra”. Hoy en día gracias a la entrega del diezmo y la ofrenda, los problemas económicos a los cuales se enfrentaban los obreros en aquel tiempo ya no constituyen un obstáculo para la predicación de la verdad.
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