jueves, 17 de noviembre de 2011

Despertar en Europa, relación con el Segundo Advenimiento Anne-Maintie Beaubrun 2009-576

EN la profecía del primer mensaje angelical, en el capítulo 14 del Apocalipsis, se predice un gran despertamiento religioso bajo la influencia de la proclamación de la próxima venida de Cristo. Se ve un "ángel volando en medio del cielo, teniendo un evangelio eterno que anunciar a los que habitan sobre la tierra, y a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo." "A gran voz" proclama el mensaje: "¡Temed a Dios y dadle gloria; porque ha llegado la hora de su juicio; y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua!" Apocalipsis.Las profecías presentan una sucesión de acontecimientos que llevan al comienzo del juicio. Esto es particularmente cierto del libro de Daniel. Pero la parte de su profecía que se refería a los últimos días, debía Daniel cerrarla y sellarla "hasta el tiempo del fin." Un mensaje relativo al juicio, basado en el cumplimiento de estas profecías, no podía ser proclamado antes de que llegásemos a aquel tiempo. Pero al tiempo del fin, dice el profeta, "muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia será aumentada." Daniel 12:4.

El movimiento adventista surgió simultáneamente en diferentes países de la cristiandad. Tanto en Europa como en América, hubo hombres de fe y de oración que fueron inducidos a estudiar las profecías, y que al escudriñar la Palabra inspirada, hallaron pruebas convincentes de que el fin de todas las cosas era inminente. En diferentes países había grupos aislados de cristianos, que por el solo estudio de las Escrituras, llegaron a creer que el advenimiento del Señor estaba cerca.Desde 1826 el mensaje del advenimiento empezó a ser predicado en Inglaterra. ; no se enseñaba tan generalmente la fecha exacta del advenimiento, pero la gran verdad de la próxima venida de Cristo en poder y gloria fue extensamente proclamada. En Gran Bretaña Circularon profusamente las publicaciones adventistas procedentes de los Estados Unidos. Se reimprimieron libros y periódicos en Inglaterra. Y en 1842, Roberto Winter, súbdito inglés que había aceptado la fe adventista en Norteamérica, regresó a su país para anunciar la venida del Señor. Muchos se unieron a él en la obra, y el mensaje del juicio fue proclamado en varias partes de Inglaterra. 

En Alemania, esta doctrina había sido enseñada en el siglo XVIII por Bengel, ministro de la iglesia luterana y célebre teólogo y críticomientras estaba preparando un sermón sobre Apocalipsis 21 para un "domingo de advenimiento" la luz de la segunda venida de Cristo se hizo en la mente de Bengel. Las profecías del Apocalipsis se desplegaron ante su inteligencia como nunca antes. Como anonadado por el sentimiento de la importancia maravillosa y de la gloria incomparable de las escenas descritas por el profeta, se vio obligado a retraerse por algún tiempo de la contemplación del asunto. Pero en el púlpito se le volvió a presentar éste en toda su claridad y su poder. Desde entonces se dedicó al estudio de las profecías, especialmente las del Apocalipsis, y pronto llegó a creer que ellas señalan la proximidad de la venida de Cristo.La luz brilló también en Francia y en Suiza. En Ginebra, donde Farel y Calvino propagaran las verdades de la Reforma, Gaussen predicó el mensaje del segundo advenimiento. Dios quería que las nuevas de la venida del Salvador fuesen publicadas en los países Escandinavos, y cuando las voces de sus siervos fueron reducidas al silencio, puso su Espíritu en los niños para que la obra pudiese hacerse. Es que tiene que cumplirse la Palabra de Dios que dice que la proclamación de la venida del Salvador debe ser llevada a todos los pueblos, lenguas y naciones.

Dios se propuso probar a su pueblo. Su mano cubrió el error cometido en el cálculo de los períodos proféticos. Los adventistas no descubrieron el error, ni fue descubierto tampoco por los más sabios de sus adversarios. Pasó el tiempo de expectativa, y no apareció Cristo para libertar a su pueblo.Los que habían esperado a su Salvador con fe sincera, experimentaron un amargo desengaño. Sin embargo los designios de Dios se estaban cumpliendo: . Había muchos entre ellos que no habían sido movidos por un motivo más elevado que el miedo. Su profesión de fe no había mejorado sus corazones ni sus vidas. Cuando el acontecimiento esperado no se realizó, esas personas declararon que no estaban desengañadas; no habían creído nunca que Cristo vendría. Fueron de los primeros en ridiculizar el dolor de los verdaderos creyentes.Pero Jesús y todas las huestes celestiales contemplaron con amor y simpatía a los creyentes que fueron probados y fieles aunque chasqueados. Si se hubiese podido descorrer el velo que separa el mundo visible del invisible, se habrían visto ángeles que se acercaban a esas almas resueltas y las protegían de los dardos de Satanás.








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